Las llantas vencidas de Puebla
Cada año se desechan en México alrededor de 20 millones de llantas vencidas que usualmente va a parar a vertederos, vías públicas o terrenos baldíos. Esta situación se convierte en un verdadero problema de salud pública, sobre todo durante épocas de lluvia, cuando los mosquitos productores de enfermedades como el dengue y el zika, entre otras, hacen de estos neumáticos desechados, sus hogares y sus centros de cría y reproducción. Pero además de este problema epidemiológico, las llantas vencidas también ocupan espacios que bien podrían destinarse a usos recreativos y deportivos, por parte de una comunidad que ve reducidas sus posibilidades de expansión debido al cúmulo indebido de estos residuos.
El encauzar los neumáticos desechados de una manera adecuada, minimizaría todos estos inconvenientes, al mismo tiempo en que evitaría el daño potencial que podría generar el hecho de que un cementerio de llantas vencidas se incendiara, liberando en el aire, grandes cantidades de humo tóxico.
Ciertamente, existe toda una industria del reciclaje orientada a mitigar estos problemas, de hecho en Puebla se acaba de inaugurar una planta llamada “Tired Chip”, la cual se encargará de reciclar neumáticos vencidos, con la intención de elaborar un asfalto a base estos neumáticos el cual lleva por nombre “Llancreto”. La iniciativa se perfila como beneficiosa inclusive para promover nuevos puestos de trabajo, y es que se trata de una empresa que cuenta con una tecnología avanzada y con el idóneo apoyo financiero. Pero lo que llama aún más la atención es ese otro tipo de iniciativas más bien comunales, surgidas de la creatividad de gente como Fernando Cabañas, quien también conduce una empresa de reciclaje de llantas en Puebla, pero a menor escala, ya que le da empleo a poco más de ocho personas, entre las cuales se cuentan personas de la tercera edad para quienes el ingreso al campo laboral se les estaba haciendo muy difícil.
La empresa de Cabañas se encarga de recolectar neumáticos vencidos para retirarles la cobertura, y llevar lo que sobra a las industrias cementeras, de manera que ahí utilicen este material como combustible. Por otra parte, la cubierta de las llantas es vendida a los artesanos de la región, quienes utilizan esta gama para elaborar productos hechos a mano como sandalias, cinturones y carteras.