Soluciones a la contaminación por neumáticos
Cuando hablamos de la contaminación por neumáticos, no deberíamos continuar con la visión simplista que señala el fin de la vida útil del neumático como el único momento en que dicho producto es contaminante, y aunque comenzaremos por abordar este punto, debemos tener presente que hay algo más detrás del problema de la contaminación por neumáticos.
Ciertamente, cuando un neumático es desechado porque ya no es apto para cumplir con su propósito original, las consecuencias al medio ambiente que podrían derivarse de la mala gestión en la disposición de estos residuos, podrían ser potencialmente fatales para la salud y para la ecología.
Anualmente, muchos de estos neumáticos en desuso son arrojados a vertederos y tratados como “basura corriente”, es decir, son quemados entre la montaña de desechos de diversas categorías, como plásticos, papel, residuos orgánicos, etc. Lo que sucede entonces es que cada tipo de basura genera gases diferentes ante la combustión, pero particularmente en el caso de los neumáticos en desuso, de ese proceso de quema se expanden al aire gases tóxicos contaminantes.
De lo que se haga con los neumáticos en desuso, depende en gran medida la contaminación que pueda llegar a generar este material. Un ejemplo notable de buena gestión, es la que se está llevando a cabo en la provincia de Mendoza, donde se estableció un marco legal que prohíbe la acumulación de neumáticos en desuso a cielo abierto, así como su quema y acumulación junto a otro tipo de desperdicios.
La ley llega acompañada por diversas propuestas o planes de re uso de estos materiales. Dichos planes plantean la elaboración de suelos para parques infantiles, topes de goma, y asfalto flexible para la construcción de vías públicas.
La elaboración de un asfalto flexible podría resultar una solución que va más allá de lo evidente, y aquí expondremos el otro momento contaminante de los neumáticos, que el que se produce durante su vida útil. Resulta que mientras está rodando por calles, carreteras y autopistas, la contaminación por neumáticos también es un gran problema. Al menos eso es lo que se ha determinado mediante los últimos estudios realizados en torno al plástico como factor contaminante de los mares. Unos científicos de la Open University, de los países bajos, pretendían establecer una estadística en cuanto a la cantidad y calidad de los plásticos que contaminan una región marítima determinada. Mientras realizaban sus recolecciones, los expertos se toparon con el hallazgo inesperado de unas partículas microscópicas, plásticas, negras, tubulares y de origen desconocido, que más tarde fueron identificadas como micro plástico provenientes del desgaste de los neumáticos al rodar por el pavimento.
Se estableció entonces que la generación de partículas, se produce debido a la resistencia a la rodadura que ofrece el neumático cuando el vehículo acelera, frena o gira. Se trata de un proceso físico normal de todo neumático, pero cuyo impacto menor o mayor, se podría reducir al bajar la fricción que se produce entre el neumático y el pavimento.
Actualmente existen diversos intentos para reducir la resistencia a la rodadura, sin que ninguno de dichos intentos, sea totalmente compatible con la ecología y con el rendimiento de los neumáticos al mismo tiempo.
Hasta los momentos, el cambiar la composición de los neumáticos no se vislumbra como una solución que satisfaga de manera suficiente a las grandes empresas productoras como Michelin, Firestone, Goodyear, etc., sin embargo, el problema se podría abordar de una manera indirecta al modificar la textura de las vías. Con respecto a esto, aún no se ha estudiado la posibilidad de que el mencionado asfalto flexible (que se elabora agregando caucho proveniente de neumáticos reciclados, al granzón común), sea una opción viable al respecto. Todo es cuestión de tiempo, para que se lleven a cabo los estudios dirigidos a evaluar esa posibilidad.